sábado, 28 de marzo de 2015

A la Deriva en Macondo



  • Foto: Lorenzo Cicconi Massi

    1. "Ayer a mi mamá se le volaron los tapones en una cola que hizo con mi papá por tres horas para comprar DOS paquetes de harina PAN. El militar, encargado, que se yo quien, alguno que se cree con el poder de requisar cédula y mandarla para su casa con las manos vacías después de tres horas, le dice que no le toca. Ella revienta los paquetes de harina contra el piso, llora, grita y dice que no puede mas." Esa señora tiene mas de 70 años. Mi amiga está en España.

    2. Que te pasa cariño? "Coño, me llamaron mis hermanos, cada uno por separado. Mi papá cumple ochenta en mayo. Está mal de salud. No quieren darme detalles. Me piden que vaya a verlo, a celebrar sus 80. No tengo plata, los pasajes están escasos y carísimos, yo estoy aquí ilegal. Allá me tienen el ojo puesto, por razones políticas." Lloro con él. Mi amigo está en España.

    3. "Amiga! Mataron a mi papá. Seis tiros. Estaba comprando hortalizas. Tenía 75 años." Ella está en Alemania.

    4. "Sobrina, ayer tu tio no pudo trabajar (mi tio tiene ya mas de 70), tuvo que ruletear toda Caracas para encontrar las medicinas de Carmencita (la nana, parte de la familia, desde...siempre). Pasó todo el día en el carro. Unas las consiguió en Propatria (viven en Sta. Fé). Tuve que irme al barrio de enfrente a hablar con el CUBANO (espía, adoctrinador???) del dispensario, que gentilmente me dió las ocho ampollas de agua destilada que necesitábamos para las inyecciones. Esas no las encontró en ninguna farmacia. Plátanos, eso si hay, aún producimos plátanos." En el barranco detrás de la casa, gracias a dios, aún estan las matas de mango y cambur y el mas hermoso y generoso árbol de aguacate. Yo estoy en Alemania. Mis primos regados entre USA, Canadá, Inglaterra y España. Nuestros viejos, solos.

    5. "No he podido dormir. Mi hija está pasando trabajo en USA. La botaron de la habitación, no consigue donde quedarse. No puedo mandarle dinero porque ni tengo, ni hay como enviárselo (léase CADIVI). Ella tiene 23 añitos, yo...no tengo vida." Su otra hija está en Canadá, él, sobrevive en Venezuela.

    Estas historias son de esta semana. Frescas, algunas de ayer. Yo soñé que destruía sola, mientras una turba pasaba de largo, las puertas de vidrio del CNE (Consejo Nacional Electoral). Al salir huyendo, una vez desatadas las alarmas, corría por una selva de cemento sembrada de postes con megáfonos y cámaras. Por los megáfonos amenazaban y daban instrucciones, desde como vestirse, hasta como hablar y qué decir. Amenazaban que cualquier discrepancia con el código totalitario sería castigado con prisión o con la muerte. Me monté en un por puesto, desesperada por llegar al aeropuerto. El teléfono sonó y desperté agradecida de no vivir en Macondo. Pero Macondo, querido Gabo, existe. Lo llaman RB (la B por bananera, no bolibalurda) de Venezuela, y es mi ex-patria. Y todavía duele y seguirá doliendo.



  • jueves, 19 de marzo de 2015

    Crónicas de Amor en el Exilio: "Palabras de Amor"


    En nuestro cole, en los ochenta, estaba de moda escuchar a La Nueva Trova (siempre y cuando las canciones no nombraran ni al Che, ni a Fidel). Yo recuerdo con cariño “El Unicornio Azul,” cantado por Silvio, “Yolanda,” por Pablo y “Palabras de Amor,” en la voz de Soledad. “Teníamos quince años…,” y todas las palabras de amor, como dice esta última canción, eran aprendidas de "antiguos comediantes" del mismo teatro, y me sonaban a promesas falsas a pesar de que mi niña-princesa interna insistía en hacerme creer, que al menos en otra dimensión, podrían ser realidad.
    Nuestro amor estaba prohibido entonces, no solo porque tu camisa era azul y la mía beige…es que era unidireccional, cariño! Y yo no estaba interesada más que en escuchar tus cuerdas vocales y las cuerdas de tu cuatro, y en cantar contigo hasta quedar ronca.
    Tres mil y pico de meses después me inundas del mismo amor adolescente que me profesabas en secreto, y yo, hastiada de mi incredulidad de décadas, del desamor y del cinismo, propios y ajenos, decido creer que tenemos 15 años y que amar así, como adolescentes, es posible. Que uno puede cambiar de dimensión, a discreción. Que uno puede vivir varias vidas paralelamente y ser alguien diferente en cada una.
    En esta dimensión tus ojos aguados al reencontrarnos, la estrechez de tu abrazo, el rubor de tu rostro, tus palabras, acciones, el roce de tus dedos, tu mirada, el timbre de tu voz, me hacen guardar cada instante contigo en un album de barajitas como las que coleccionaba en primaria, aquellas que decían “Amor es…” con dos muñequitos en paños menores, pero sin vergüenzas, en una colección de cursilerías a color que las niñas intercambiábamos ávidas a la hora del recreo. Será porque creíamos en aquella fantasía cursi, o porque la primera en completarlo se llevaría algún premio? Luego crecimos y le agradecimos a la vida haber botado aquel album, con vergüenza y casi con asco, antes de llegar al bachillerato, cuando comenzarían los dolores mas fuertes de ese músculo insensato llamado corazón.
    Pero el album esta vez es mental y no pienso botarlo. Coleccionar las barajitas no me da vergüenza. Y no quiero llenarlo nunca, porque quiero que sea infinito.
    La madurez hace que dejen de importarnos las opiniones de terceros, hasta de mis otros yo, esos que habitan las otras dimensiones. Así que mi yo de esta dimensión se alboroza con su colección y la atesora, la revisa una y otra vez y se regocija como que si tuviese quince, otra vez.
    “Amor es…” que pase una vida entera y me quieras tan lindo como ayer, y que esta vez, al menos en una dimensión desconocida, de alguna manera, yo pueda corresponderte, agradecerte, VERTE.