jueves, 11 de agosto de 2011

El Pulpo de Tony

Acabo de regresar de unas largas vacaciones que incluyeron 10 dias visitando unas cuantas bellezas naturales en California, USA, que nos dejaron extasiados (a mi esposito y a mi) y del reencuentro con amistades del pasado, un par de las cuales creíamos perdidas (tanto las amistades como el pasado). 
En un esfuerzo por recuperar las amistades y por darle una probadita a ese pasado que nos unió, nos auto-invitamos a casa de Tony a comer "pulpo a la gallega," que preparado magistralmente por nuestro otrora pana de la universidad, se nos quedó pegado al paladar por allá en 1995 y se quedó guardado también entre los mejores recuerdos de una época feliz, a pesar de las salpicaduras provocadas por uno que otro infortunio.

Tony sobrepasó las expectativas que teníamos esa noche preparando el mejor pulpo a la gallega que hemos comido en nuestras vidas. Mejor que el que él mismo preparaba en nuestros tiempos de Cornell. Y además, hizo gala de sus mejores dotes como anfitrión, en un reencuentro que se daba luego de 11 años de ausencias.
Recordar es vivir, dicen por ahí. Y mientras yo le observaba cocinar aquella maravilla, y según mi esposito, no dejaba hablar a nadie mas (yo, la cotorra de siempre), revivía nuestras tertulias vespertinas en nuestras respectivas cocinas en un tiempo en el que teníamos otros sueños y menos preocupaciones.
Me preguntaba por que se nos desapareció Tony de la vida, si compartimos pulpo y caraotas, arepas y café cubano, confidencias, alegrías, música y estudios, sueños y realidades, casa y cocina. Pero me alegré profundamente, de que a pesar de los años, de las canas, de las realidades, mas que de los sueños, de los kilos y de los kilómetros, el cariño, el aprecio, y los recuerdos compartidos, seguían estando allí, agrietaditos, si, pero fuertes y de pié.

En otra cena compartida en casa de nuestro generoso anfitrión, Josie, mi pana bella gringa, miembro de ese mismo club de recuerdos cornellianos, se sintió tan transportada a nuestros dias de Ithaca, que se preguntaba despues de la cena, cuando Tony y yo abandonaríamos la mesa para irnos a la terraza a fumarnos nuestro impelable y cómplice cigarrito. Algunas cosas cambian para bien...yo dejé de fumar hace mas de una década, y Tony quien sabe cuando lo dejó, pero como buen habitante del estado de California ya no tiene esos vicios. A cambio tenemos las canas, la bicicleta y los kilitos extra por aquello del vino.

Sirva esta nota para agradecerle a nuestros anfitriones Josie, Tony, Ana, Xavier y su esposa Liz, por unos dias maravillosos en San Francisco, Berkeley, Carmel y sus alrededores, etc, etc. Que vivan la globalización y los aviones, que vivan  el vino y el chupe, las ostras y el ceviche, pero sobre todo, que viva el pulpo a la gallega, en nuestra barriguita!

Ver también: En mi cocina

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