sábado, 30 de noviembre de 2013

El Coleccionista


De mis Crónicas de Amor en el Exilio (ver entradas anteriores)...


Ricardo colecciona pantaletas.

Me pregunto que sensación le produce verlas acumularse en la gaveta de trofeos.
Me pregunto si se cree las mentiras que utiliza para obtener cada ejemplar de su colección.
La penúltima le costó la mas cara de las mentiras, esa que nos metieron a las niñas en la cabeza con el montón de cuentos de hadas que nos hicieron leer: la del gran y verdadero amor.

Tanto repitió el estribillo de la cancioncita y del bolero, tanto releyó el guión de aquellos cuentos falsos, que la penúltima de sus víctimas terminó por tragárselo completo: el cuento, el estribillo, el invento de los hermanos Grimm. Las pendejadas esas de Corin Tellado y Delia Fiallo...No le hacían falta para la obtención de la pantaleta, pero Ricardo esta vez quería mas. Quería un corazón. El reto: reventar la certeza de su víctima de turno tratando de convencerla de que el amor existe en la vida real.

Me pregunto qué alimenta la compulsión de Ricardo. Si es el uso y abuso de la víctima lo que le causa mas placer...

Estremece ver el desastre que va quedando por donde va pasando el huracán de sus muy perfeccionados encantos: orgullos heridos, corazones rotos, verguenza, miedo, rabia, dolor e impotencia...y por supuesto, la confirmación del secreto a voces que es la naturaleza masculina...

A mis cuatro gatos les pido disculpas si los ofendo con la comparación que no escribo pero que cruza mi cabeza.

A mis gatas les confirmo, que cualquiera sea el epíteto que pase por sus cabezas al leer esto, si, ese aplica, y ese otro, también.

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