lunes, 26 de julio de 2010

Cinco Horas


Cinco horas de cola...Cinco horas!
Llevaba meses queriendo ver la retrospectiva de Frida Kahlo en Berlín, pero cada vez que visitaba la ciudad, algo se interponía entre nosotras: lluvia, frío, las largas colas, el calor, el solazo, las largas colas...Pero llegó el dia en que me propuse calarme la cola, y escogí una mañana afortunada con clima caraqueño, y me zampé mis CINCO horas de cola (es que no me canso de decirlo, CINCO). La verdad es que nunca, jamás, ni en el MOMA de NY, ni en el Louvre de Paris, ni en la Tate de Londres, ni en el Pergamón de Berlín, ni por Picasso, ni por Dalí, ni ni ni...CINCO horas!
Durante esas CINCO horas, medité sobre las razones por las cuales yo me estaba haciendo eso a mi misma, cinco horas de pié, con dolor en las piernas, tan sólo por ver la expo de la Frida...No lo volvería a hacer ni por el Dalai Lama a quien admiro y respeto mucho. Pero Frida...Ir a ver a Frida era como tener una cita conmigo misma. A través de su historia, sus pinturas y escrituras, tratar de entender un pedacito de mi yo-masoquista, mi yo-artista, mi-yo idealista, mi yo-ista.
Amo a Frida y la aparente ingenuidad de su pintura, amo a Frida y su irreverencia anacrónica. Amo a Frida y su amor por alguién que en sus propias palabras fué lo peor que pudo pasarle en la vida. Porque que sería Frida sin su amor-tortura por Diego? Amo a Frida por no rendirse ante el dolor se sus heridas físicas y de su maltratado corazón. Admiro su capacidad de expresar ese dolor a pincelada limpia. Porque yo no encuentro como, o no me atrevo a, plasmar mis dolores en colores...Amo a Frida porque salvando las muchas distancias, me recuerda por qué seguimos amando la vida aunque querramos irnos siempre, por qué amamos a ese amor que nos mata a diario un pedacito de corazón, por qué nos negamos a escoger la seguridad indolora de la independencia solitaria y aceptamos rendirnos ante la tiranía del sádico amor.

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