sábado, 4 de septiembre de 2010

Boletus Edulis y Moras Silvestres


Boletus Edulis señores mios, es un HONGO o SETA cuyo nombre común es Boleto Comestible. Es un hongo robusto con un sombrero que mide entre cinco y 25 centímetros de diámetro. Se encuentra en bosques de robles, hayas y coníferas en zonas colinosas. También es conocido como hongo Porcini, y aquí en Alemania se le conoce como como Steinpilz (hongo de piedra). Es uno de los hongos mas apreciados en la cocina Europea por su carne firme y su textura sedosa con aroma a bosque y delicioso sabor a nuez.
Cuando llegué a este país hace 12 años, mi esposo me convenció de acompañarlo en paseos otoñales en los bosques Brandemburgueses con la finalidad de buscar los benditos "boletos" y a sus hermanitos malnutridos, los Maronen (Xerucomus Badius), que se parecen a los "boletos" pero son mas suaves y menos delicados, tanto en sabor como aroma. Estos últimos también son mas abundantes y sus sombreritos marrones son húmedos y pegajositos. Me enamoré entonces de la experiencia detectivesca y los busco año tras año en todos los bosques alemanes desde finales de agosto hasta principios de octubre, como quien busca un tesoro en el fondo del mar.
En esos paseos durante esas semanas del año, parezco una niñita emocionada cada vez que encuentro un hongo que agregar a mi cesta, y compito con mis dos hombres a ver quién consigue los más y mejores. Mientras recorro el bosque me siento como Caperucita Roja y absorbo todos los olores, colores y texturas hasta que me duelen las pupilas, los poros y las sienes. Durante la búsqueda, suelo atragantarme en el camino con moras silvestres, que por casualidad también se asoman a granel en los arbustos en la misma época de finales de verano.
Al llegar a casa, limpiamos nuestro botín y en la noche los preparo, no sin antes olerlos hasta que ya no huelen, bajo la expectativa y supervisión familiar, en una cazuela de hongos que siempre queda para chuparse los dedos, y la cual solemos acompañar con unas buenas rebanadas de pan de centeno y un tintorro de calidad (un buen Rioja con bastante cuerpo), y a veces  con un vinito blanco bien seco (un Riesling, por ejemplo). También a veces, si la colecta fue abundante, preparo unos buenos filetes de cordero o cerdito para la ocasión, así como unas cuantas papitas asadas.
Esta experiencia anual, es una de las cosas mas maravillosas que he agregado a mi vida desde que vivo en Teutonia. La vida no puede ser mas hermosa mientras buscamos el tesoro gastronómico bajo las hayas, robles y pinos. Y el sol brilla y el cielo está azul (al menos hoy), y nadie nos quitará el producto de nuestro esfuerzo (nota al margen, yo aquí pensando por una fracción de segundo en mi maltratado terruño).
Me voy, que me esperan los hongos en la cocina.
 

2 comentarios:

  1. asépticos pero mortíferos
    http://borochiarrecho.blogspot.com/2010/09/ingrediente-ultimativo.html
    Saludos

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  2. Qué bueno, sí que es maravilloso adentrarse en los bosques buscando estos sombreritos y si además son boletus, menudo manjar. Aquí en España cojemos setas de cardo y alguna cosilla más. Imagino que el Alemania los bosques tienen que se inmensos. Enhorabuena!!

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