miércoles, 23 de mayo de 2012

Despedida Prestada


Anoche soñé con un cuento de terror que me contó una amiga antes de retirarme a los brazos de Morfeo. Me contó de como 5 malandros llenos de odio, entraron a la casa de su hermano, armados hasta los dientes y como sometieron a la familia, dos adultos y tres niños, para llevarse lo que pudieran, a pié, porque no quisieron llevarse el carro.
Los amenazaron con matarles a los hijos (3, 6 y 14 años), los insultaron con los improperios propios de bocas ignorantes e insidiosas amaestradas por el dueño del circo, quien además de sembar el odio en sus almas, seguro les proveyó las armas que portaban en sus manos.
Insistieron en que la familia les mostrara "la bóveda"...que suponemos era la caja fuerte inexistente en ese hogar, querían llevarse las "joyas"...de donde apenas reposaba un anillo de Cartier, con mas significado sentimental que valor en metálico. Le destrozaron la cara a la niña de 14 años con un puñetazo certero. Les dieron una "cátedra" de "socialismo del siglo 21."
Les perdonaron la vida. Les violaron el alma.
Hoy esta familia está convencida de que su única alternativa es "irse demasiado" porque ya no les queda nada. Y no me refiero a los bienes materiales, sino a la esperanza, la integridad y la inocencia de tres niños que merecen crecer en armonía y paz con el mundo que les rodea y no aterrados entre enemigos gratuitos que les quieren quitar hasta la vida, como que si hubieran nacido sin derecho alguno.
Mi amiga lleva dias sin dormir, no quiero imaginarme como está su familia. En mi familia también han habido víctimas de ese odio desbordado, gracias a dios sin muertes que lamentar. Pero muchas otras pobres familias de la clase media venezolana (especie en práctica extinción), no han tenido esa suerte, y lloran a sus muertos, en casa, o mejor dicho, en sus prisiones, o en el auto-exilio.
Cuando mi amiga leyó mi post de ayer se le aguó mas el guarapo, por aquello de cerrar capítulos y hacer maletas, porque ella, a pesar de tener años por estos lados teutones, aún conservaba la esperanza de poder volver. Y ayer tuvo que empezar a hacer la maleta que yo hice hace muchos años cuando me dí cuenta de que yo no tenía a dónde regresar, porque lo que  me quedaba del país en el que crecí, eran recuerdos, nostalgias e ilusiones.
Trece años necesitó ese cáncer para destruír con saña lo que quedaba de moral y respeto, de ley, de justicia, de consideración, etc, etc, etc.
No sé que meterá mi amiga en su maletica...Cuando yo empaqué la mia metí lo siguiente:
El majestuoso cerro Avila, con sus colores y olores, verdes y morados, eucalipto y tierra roja.
Ese cielo caraqueño, de un azul irrepetible, con las guacamayas y pericos que lo surcan.
Mis mejores y mas queridas memorias infantiles.
Mis mas apasionados recuerdos de una juventud atrevida y plena.
Mis mejores momentos compartidos con mis amigos queridísimos, hoy dispersos por el mundo.
El azul y el verde de los mares venezolanos, las arenas de sus playas, la exhuberancia de sus selvas, montañas, ríos.
La música, las frutas, las arepas, el queso, las cachapas, las hallacas, el pabellón, el asado, la carne en vara...los aguacates gigantes del árbol de la casa de mi abuela...
La UCV durante mejores días...cuando aún había revistas periódicas en sus bibliotecas...
Simón Díaz.
Lo que dejé allá:
La desilusión, la desesperanza, la inseguridad, la envidia, la superficialidad, la irresponsabilidad, la indolencia la violencia la sangre los motorizados el tráfico el caos la impuntualidad el egoísmo los muertos la amoralidad la indecencia la barbarie la impunidad la imposibilidad del nivel de vida al que todos tenemos derecho...
Ya nos hemos ido un poco mas de un millón de almas...y las que faltan...
Desde lejos, seguimos poniendo nuestro granito. Fue nuestra decisión. Yo me alegro de haberla tomado, aunque al arrastrar mi maletica, me duelan los brazos y se me arrugue el corazón.

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